Por Alberto Calvo
Scott Morse es uno de los historietistas más talentosos actualmente en el medio. Y también uno de los más menospreciados. Seguramente esto se debe en gran parte a que el grueso de su trabajo ha sido publicado lejos de la exposición que representa trabajar para alguna de "las dos grandes", pues además de su especial Batman: A Roomful of Strangers que publicó DC Comics hace algunos años, el resto de su trabajo ha aparecido bajo el sello de alguna de las editoriales "medianas", es decir, Image Comics, Oni Press, Top Shelf o Dark Horse Comics.
Algunos de sus trabajos más destacados son Volcanic Revolver, Ancient Joe, Soulwind, Magic Pickle, Barefoot Serpent y
Spaghetti Western
Editorial: Oni Press
Fecha de publicación: Junio de 2004
Formato: 136 páginas, 14 x 20 cm, impreso horizontalmente (Apaisado) en tinta sepia.
Seguramente más de uno está pensando en estos momentos que me estoy empezando a repetir, pues el formato de esta novela gráfica es muy similar al de la última que comenté, Last of the Independents. Se trata de una novela gráfica impresa en formato horizontal utilizando únicamente tinta de color sepia. Además, también apareció en las tiendas y librerías con una funda que permitía exhibirlo de manera vertical. ¿Y saben algo más? La historia involucra un asalto a un banco. Pero ahí terminan las similitudes.
Spaghetti Western es un término usado para referirse a las películas situadas en el viejo oeste que fueron concebidas y ejecutadas por el director italiano Sergio Leone. Las más famosas de ellas son las protagonizadas por Clint Eastwood en el papel del Hombre sin Nombre, ("Por un puñado de Dólares", "Por unos Dólares más" y "El Bueno, el Malo y el Feo") y son precisamente esas películas a las que Scott Morse rinde tributo en esta novela gráfica. En la introducción, Morse explica que para él los westerns, especialmente los "spaghetti", pertenecen en realidad a un sub-género de la comedia. Según explica, el viejo oeste tenía poco que ver con lo que normalmente vemos en las películas, pues era en realidad un lugar duro y peligroso, donde las condiciones de vida eran precarias y el sobrevivir día a día era difícil. Los westerns representan (o representaban, pues es un sub-género prácticamente extinto) una romantización de una etapa difícil. A partir de exgerar algunos elementos de la historia, los realizadores convertían a sus protagonistas en personajes icónicos y atractivos para la audiencia cuando seguramente sus contrapartes reales no eran tan agradables.

Morse tiene uno de los estilos más característicos y distintivos en el medio, llevando el minimalismo a un nivel sorprendente. Su habilidad para crear una imagen con unos cuantos trazos simples es, con la única posible excepción de Andi Watson, única en el medio. La elección del formato horizontal para contar la historia enfatiza el tono que Morse quería encontrar, pues no solo utiliza un formato reminiscente de una pantalla de cine con todo y los bordes negros arriba y abajo de sus ilustraciones. Además, cada página contiene únicamente una ilustración, lo que remarca aún más la sensación de estar leyendo una película. Añadan un soundtrack de Ennio Morricone (en mi caso no fue necesario, porque mentalmente lo tenía corriendo desde la portada) y la experiencia será completa.

La historia es simple, por lo que entrar en más detalles podría resultar en revelar información de más. Un anciano enfermo terminal se asocia con un joven cuya vida no tiene sentido ni dirección y juntos deciden robar un banco a la usanza del viejo oeste, arribando en caballos y todo. El joven incluso viste un poncho que invariablemente nos remite al Hombre sin Nombre. Ah, y toda la acción transcurre en el presente. Tal vez el único pero que se le podría encontrar a Spaghetti Western es que se lee demasiado rápido, pues las más de 120 páginas son en realidad 120 paneles de historia, lo que deja al lector esperando más. Y con más no refiero a calidad, sino a cantidad. Una secuela o algún volumen paralelo o similar que, lamentablemente, no existe.

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